(En las fotos los historiadores Juan Daniel Balcacer, Presidente de la Comisión Permanente de Efemerides Patrias, y Ricardo Hernández, además de una muestra del Carnval de Cotuí, República Dominicana)
"El carnaval de Cotuí, hacia una pedagogía del papelús"
Ricardo Hernández
Resumen
(Hoy, mas que nunca se hace necesario analizar la fiesta carnavalesca del municipio de Cotuí, ésta representa uno de los pilares del mundo cultural cotuisano, que de por sí es amplio y diverso. Se hace necesaria una revalorización de las expresiones culturales locales que permita un relanzamiento hacia fuera y hacia dentro de las mismas. La fuerza del carnaval en cualquier municipio es inigualable, en el caso de Cotuí tiene unas dimensiones singulares, en el sentido de que es un espacio, donde se presentan diversas formas de concebir el mundo desde la cotidianidad. El carnaval cotuisano representa la fuerza de la creatividad.
Frente a la avalancha de la globalización, la cultura es, el agente que nos diferenciará de los demás países y la vía para comunicarnos con autenticidad y autonomía. Por tanto, el carnaval cotuisano debe convertirse en uno de los principales componente de la agenda cultural, educativa y económica de sus habitantes).
Frente a la avalancha de la globalización, la cultura es el agente que nos diferenciará de los demás países y la vía para comunicarnos con autenticidad y autonomía. Esta situación se traduce a las ciudades, las cuales de más en más están inmersas en el desarrollo de las competencias internas, desplegando potencialidades que les permitan generar bienestar social entre sus ciudadanos. En tal sentido, desde el carnaval podemos abrir una ventana de atractivos para nuestras ciudades.
Efectivamente, la ciudad de Cotuí tiene la desventaja de no estar ubicada en las redes de comunicación terrestre que conectan a los principales centros comerciales de la República Dominicana. De manera que, debemos explotar al máximo los recursos internos que poseemos para atraer mayores fuentes de ingresos hacia nosotros.
Por tanto conviene, definir líneas de acción que apuntalen hacia la ruptura del localismo extremo y nos coloquen en una ruta de mercadeo diferente. Por lo que, el carnaval no puede realizarse y analizarse sin la participación de los actores económicos y políticos que inciden en el municipio.
Resulta interesante entonces preguntarse de qué manera el carnaval cotuisano logra alcanzar el esplendor que posee en la actualidad. Algunos autores sostienen que desde principio del siglo 20 en Cotuí existían manifestaciones carnavalescas, sin embargo, una descripción del municipio de 1922, en términos culturales hace alusión a la Fiesta del Espíritu Santo, no así al carnaval, aunque es posible que para la fecha existieran trazos carnavalescos en Cotuí. No obstante, el carnaval cotuisano es una expresión clara de la sedimentación cultural de una comunidad, la cual a partir de sus particularidades sociales y económicas ha logrado conformar un conjunto de expresiones carnavalescas que le distinguen dentro de los carnavales dominicanos. La sedimentación se ha construido sobre la base de respuestas periódicas, atendiendo a los recursos que ofrece el entorno y superando las diferenciaciones sociales.
Cotuí por muchos años fue una localidad extremadamente pequeña marcada por los valores hegemonizantes que transmitían las elites sociales. La ciudad estaba dividida entre Pueblo Abajo y Pueblo Arriba. En el devenir de la dictadura de Trujillo y producto del desalojo de algunos campesinos de sus tierras fueron surgiendo nuevas unidades barriales, como es el caso de Pueblo Nuevo. La fuente de la economía urbana era el comercio de pequeña escala, de reducido capital, como lo establecen algunos documentos consultados en los Archivos de la Cámara de Comercio de la provincia Sánchez Ramírez. Un inventario realizado en el 1953 en la Casa Comercial de Luis Antonio Núñez, indica que se tenía en mercancía el valor de 385.47 pesos. Para 1960 en la ciudad de Cotuí había 876 viviendas y 4,540 habitantes, según el censo de ese año. Las posibilidades de propiciar actividades culturales que contravinieran el “orden” moral resultaba cuesta arriba en una comunidad tan pequeña. En tal sentido, la religión católica desempeñaba una función cohesionadora, pues los cotuisanos eran muy asiduos a los cultos católicos, lo que se evidencia en una investigación realizada en el 1967 por el Centro de Investigación y Acción Social, donde se sostiene que el 47% de los cotuisanos asistía a misa, más del 50% afirmaron que rezaban diariamente y escuchaban programas radiales religiosos y el 98.5% respondió que creía en Dios. Definitivamente el peso específico de la religión católica sobre las costumbres debía ser muy significativo. Por tanto, participar en el carnaval, no era visto con buenos ojos por los padres y madres de familias, pues desde el púlpito católico se orientaba que esa fiesta pertenecía al diablo. En un período donde, la familia y la iglesia constituían verdaderos pilares de información y formación, pues los medios de comunicación no habían alcanzado el nivel de desarrollo que tienen en la actualidad.
Por lo que, atreverse a participar en el carnaval era enfrentar las disposiciones morales pautadas desde la esfera religiosa. Sin embargo, los jóvenes comenzaron a construir los símbolos que hoy nos identifican, “desobedeciendo” las órdenes de sus padres. En un período histórico marcado por el autoritarismo y el autarquismo intelectual, donde las posibilidades del diálogo y la confrontación de los saberes eran aspiraciones remotas.
El carnaval representaba además, una respuesta de renovación de la identidad local, marcada por las fiestas que apuntaban hacia la exaltación de la figura de Trujillo, convirtiéndose el carnaval en un espacio de protesta poco perceptible por los organismos de seguridad del Estado, pero asumido de manera muy consciente por los participantes. Esta fiesta representaba lo auténtico, lo creado, lo propio, lo realizado sin imposición, lo original, lo nuestro. De esta manera, los sectores sociales que no participaban en las festividades de las elites locales enquistadas en el Casino Juan Sánchez Ramírez construyeron su propia fiesta. Lo que se realizaba en la calle no surgió de manera expresa en contra de la fiesta privada del Casino, pero en sí reunía suficientes elementos que se contravenían a la misma, fundamentalmente la originalidad, pues los del Casino priorizaban otros componentes, el lujo, el dinero, mientras que en las calles, en el parque, lo significativo se encontraba a través de la creatividad, factor que vino a determinar la constitución del carnaval en uno de los pilares básicos de la identidad cultural cotuisana. Las caretas creadas por Ramón A. Manzueta (Patón o Pateca), los papeluses construidos por José Arístides Monegro (Negrote), surgieron buscando la identidad, la autenticidad, lo singular, lo particular. Precisamente son esos valores que deben orientar el carnaval cotuisano en la actualidad. Para fundamentar aún más la esencia de esta fiesta analicemos los personajes históricos de la misma, algunos de los cuales se encuentran en vía de extinción. Su análisis nos permitirá comprender su esencia y a partir de cuales criterios podemos introducir modificaciones y adecuaciones en el presente y el futuro, pues sin historia no se es, afirma Archiniegas.
La Culebra y los Siete Pecaos
Vestido de mujer y la cara pintada de azul, este personaje salía con una culebra seca colgando de un palito y asustando a la gente gritaba:
“La culebra y los siete pecaos”,
“La culebra y los siete pecaos”....
Este personaje acostumbraba a salir los miércoles de ceniza.
La Litera o el Muerto de Perplejía
Acostado en una “litera” de tela y/o lona, se colocaba un muñeco de trapo con una barriga grande, el cual simulaba a un muerto. El grupo de personas que lo llevaban desarrollaban un solo con respuesta en coro que decía lo siguiente:
“De qué murió?”
“De Perplejía”...
Este personaje aparecía en Semana Santa y luego comenzó a salir el 31 de diciembre de cada año como el Muerto de Perplejía. Con las características que mencionamos anteriormente.
El Chiquito afuera y el grande Tapao.
Vestía generalmente con pantalón y camisón largo. Otras veces con vestido al cual agregaba una “saqueta” que tapaba un huevo grande de Pata y/o Pava. El cinturón estaba lleno de cascarones de huevos de gallina o de guinea.
Con toda la aparente inocencia del mundo, el coro que lo acompañaba gritaba:
“El chiquito afuera”
El personaje maliciosamente expresaba:
“Y el grande abajo”
y así seguía el diálogo:
“El chiquito afuera”
“Y el grande escondido”
Entonces, aparecía un policía que trataba de llevárselo preso por su pornografía. El, levantándose la “saqueta”, enseñaba inocentemente el huevo grande que llevaba escondido, provocando la risa de todo el mundo, mientras el coro expresaba:
“...No, no, no, él no tiene razón”
“...No, no, no, él no tiene razón”
“El tiene razón, sí, sí, sí”,
“enséñale el grande, sí, sí, sí”,...
“El chiquito afuera”
El personaje maliciosamente expresaba:
“Y el grande abajo”
y así seguía el diálogo:
“El chiquito afuera”
“Y el grande escondido”
Entonces, aparecía un policía que trataba de llevárselo preso por su pornografía. El, levantándose la “saqueta”, enseñaba inocentemente el huevo grande que llevaba escondido, provocando la risa de todo el mundo, mientras el coro expresaba:
“...No, no, no, él no tiene razón”
“...No, no, no, él no tiene razón”
“El tiene razón, sí, sí, sí”,
“enséñale el grande, sí, sí, sí”,...
Los Diablos
Utilizaban caretas de las llamadas “Pico de Cotorra” y “Pico de Puerco” con cuernos. Inicialmente eran lisos y posteriormente les agregaron cuernitos pequeños parecidos a los “joyeros” de Santiago. Usaban vejigas para asustar fundamentalmente a los niños y golpear a los adultos.
Pero lo más característico era el vestuario, el cual consistía en un pantalón y camisa manga larga de colores brillantes, fundamentalmente rojo con espejitos pegados, unidos en una sola pieza. Imitando a un murciélago, desde el ruedo del pantalón subían hasta la punta de las mangas de la camisa unos aleros, que asumían todo su esplendor cuando los diablos subían los brazos. Eran similares o parecidos a los de Samaná y a los Cachúas de Cabral. El Diablo vegano constituyó un referente importante para este y otros personajes del carnaval cotuisano. No obstante en cada caso se realizaba una adaptación en el marco de las posibilidades locales. No se imitaba como en el carnaval de salón.
Los Diablos de Hojas o Platanuses
Se ponían caretas de higüero con facciones deformadas en los ojos y la boca. Igualmente las usaban de cartón con hojas de plátanos agregadas, ocasionalmente, para exagerar la expresión a la careta les colocaban pedazos de comején cubriendo la parte superior de la misma. Pero lo más característico era la vestimenta, la cual consistía en hojas de plátanos en la camisa y en el pantalón de cada diablo. Es a partir de la realización de un anuncio de televisión de una compañía licorera que este personaje alcanza mayor popularidad fuera y dentro de Cotuí.
Los Papeluses
La camisa y el pantalón son cubiertos con papel en tiras o en flecos. Unos de color blanco y otros de diversos colores. En los últimos años se ha desarrollado la tendencia de sustituirlos por papel periódico o fundas plásticas. Se colocaban dos caretas al mismo tiempo, una en la cara y otra en la nuca. Y aunque eran del tipo “Jocico de Puerco” y “Pico de Cotorra”, contrario a los diablos, las máscaras no tenían cachos. Para golpear y asustar usan vejigas.
El Medio Día
Este personaje fue creado por Bienvenido Reynoso para satirizar a las vendedoras que salían por el pueblo y el intercambio de comida y dulces que para la fecha hacían las familias de Cotuí y de muchos pueblos del país; este personaje salía al medio día del miércoles de ceniza.
Con la cara pintada de azul con blanco y los ojos y la boca de rojo (otras veces la cara de negro y los ojos y la boca de azul, blanco o rojo), salía con nalgas y senos postizos. Al vestido completo en algunos casos y la falda con la blusa en mangas de ¾, en otros, se le agregaba mucho almidón y azul de lavar, lo cual le daba aire de usanza antigua.
Al pañuelo que se colocaba en la cabeza, se le agregaba un “babonuco” o turbante enrollado para soportar una batea, la cual contenía platos llenos de estiércol. En estas condiciones se presentaba en diferentes casas ofertando su “medio día”, y cuando destapaban los platos, ¡oh! sorpresa pues estaban llenos de materias fecales de burro o de caballo.
Desarrollando un solo con respuestas, se escuchaba:
Personaje:...”Brun, brun”...
Coro: ...”El Mediodía”....
...”Brun, brun”...
...”Habichuela con dulce”...
....”Muchachos qué quieren”...
...”Habichuela con dulce”....
....”Al Mediodía”...
....”Brun, Brun”...
Personaje:...”Brun, brun”...
Coro: ...”El Mediodía”....
...”Brun, brun”...
...”Habichuela con dulce”...
....”Muchachos qué quieren”...
...”Habichuela con dulce”....
....”Al Mediodía”...
....”Brun, Brun”...
Satán
Personaje que encarna al Diablo, semidesnudo, con el cuerpo embarrado de aceite quemado, dos cuernitos negros, un rabo negro de aproximadamente 3 metros de largo y un tenedor gigante de madera. Este personaje se convierte en el cuco de niños y adultos, resulta además de mucha atracción entre los turistas y dominicanos en el desfile del Malecón.
El General Cocotico
Se originó a finales de los años 40. Fue creado por el profesor Manuel Emilio Acosta (Chito), quien junto a un grupo de amigos dieron origen a ese y otros personajes que representan el carnaval cotuisano en la actualidad.
Este personaje constituye una sátira al generalato y a la dictadura de Trujillo, en su presentación aludía a las acciones supuestamente positivas del régimen. Ocasionalmente se mencionaban las buenas acciones del gobernador de turno e inclusive se llegaba a imitar su voz. Aparecía vestido de yagua, una delante y otra detrás, cosidas con tiras del mismo material. La yagua se deja entera, con la parte doblada hacia abajo a 2 ó 3 centímetros del suelo y por lo menos 1 pies por encima de la cabeza del disfrazado.
La yagua debe ser seca y se puede mojar una o dos horas antes de ponérsela, es recomendable que la persona se moje también. La varita que soporta las dos yaguas es favorable que sea de piñón cubano. Se debe utilizar un palo de 4 pies de altura donde se coloca un higüero más pequeño que el cráneo humano con un rostro dibujado. Es preferible que el higüero esté verde para tomar su corteza y dibujarle un rostro. El rostro varía dependiendo a quién se esté satirizando. Al higüero se le coloca un quepis de papel periódico o papel de envolver. A la yagua delantera se le hace una abertura a la altura del hombro. Ambas manos y el cuerpo completo quedan cubiertos por las yaguas, por lo que este personaje no utiliza vejiga.
El mismo sale por las calles pronunciando slogans o frases y un grupo de niños y/o adultos lo corean: “General Cocotico”.... (bis)
Sus slogans principales son:
“Que viva el Jefe”
“Somos libres”
“La comida está barata”
“A comer, fiesta y beber”
“La paz en el mundo”, etc.
En los últimos 10 años este personaje enfoca problemas que afectan a la humanidad mediante figuras adicionales al disfraz. Por ejemplo: la visita del Papa a Cuba, por la paz en el Golfo Pérsico, represión sindical en nuestro país, la paz en Chiapas, los conflictos electorales dominicanos, entre otras temáticas. Después de la muerte de su creador, su hijo, Marién Emilio Acosta, ha continuado representando este personaje.
El Hombre de Lata
Es un hombre que se cubre el cuerpo entero con envases de latas de aceite. La careta que utiliza es del mismo material. En ocasiones este personaje sale con muchas latitas colgando de la camisa y los pantalones, pareciéndose al Papelús, pero en vez de papel usa latas. Su creador fue Kennedy Aquino (Bobote). En la década de los 80 y parte de los 90 este joven salía todos los años con un personaje diferente, convirtiéndose en uno de nuestros grandes creadores dentro de la fiesta carnavalesca.
Los Novios
Este personaje constituye una especie de comparsa, esta conformado por dos hombres uno vestido de mujer, otro trajeado y varios niños desfilando detrás. Entre sus interpretes más reconocidos están: Chuchú Núñez, Eleuterio Méndez(Piro) y Yeyeco de León.
Zancú
Personaje encarnado por Cheche Mieses, el cual, vestido de negro, un sombrero y con residuos de panal de avispas pegados en la cara, se paseaba por las calles, montado en unos zancos de madera que medían aproximadamente un metro y medio de altura.
Componentes característicos de los personajes
Culto a la naturaleza. Las plantas y los animales son símbolos permanentes de este carnaval, así tenemos el caso de la Culebra y los Siete Pecaos. El vínculo carnaval-naturaleza se expresa además a través del reciclaje permanente que se hace de los desperdicios: periódicos, plumas de pollo, hilachas de sacos, ropas viejas, etc. Las caretas (pico de cotorra, trompa de cerdo, etc.) reflejan también la presencia de la naturaleza en esta fiesta. Por tanto, el carnaval cotuisano se ha convertido en un agente de equilibrio y educación ecológica, convirtiendo la naturaleza en una de sus matrices inspiradoras.
Sátira social y moral. Algunos de estos personajes encarnan “los rasgos característicos del carnaval, como expresión de la fiesta de la carne, donde el pecado queda encerrado en el imaginario sagrado y se da riendas sueltas a las tentaciones humanas…” El Chiquito a fuera y el grande tapao, es un personaje que satiriza a través de la pornografía el manejo que se le daba a un tema tabú como es el caso de los órganos sexuales en sociedades, donde el nivel de escolaridad era reducido y las tradiciones pesaban mucho más que la educación formal en las actitudes de los seres humanos. En esa misma dirección se inscribe el personaje Los Novios, pues lo normalmente aceptado es que el noviazgo este formado por una mujer y un hombre, mientras que en el personaje son dos hombres, sacando a colación el problema del travestismo y la homosexualidad. La Litera o el Muerto de Perplejía, sintetiza la costumbre de aumentar el consumo de alimentos en Semana Santa y Navidad, pero al mismo tiempo satiriza los entierros, actos de toda solemnidad y recogimiento. Presenta la muerte como un acto de celebración, sin necesariamente ser así en el marco de la religión católica. En esa misma dirección se inscribe el Medio Día, constituye una especie de anuncio del consumo de habichuelas con dulce en la Semana Santa, su discurso estimula el consumo de ese grano. Expresa además, el carácter masivo de ese plato para el mencionado periodo y aporta suficiente elementos para el mantenimiento de esa tradición culinaria. Satán, es una recreación del diablo y su diseño y escenificación revela la manera como los seres humanos y de manera particular los cotuisanos lo han concebido en su cotidianidad. Representa un espanta niños/as dentro del carnaval y al mismo tiempo aspira a la convivencia del bien y el mal y la imposibilidad de encerrar en lo absoluto el pecado.
Crítica social y política. El carnaval por definición es una fuente de cuestionamiento a un orden social, moral y político establecido en una sociedad determinada. En el caso de Cotuí, el General Cocotico, representa una figura política cuestionadora del status quo, lo cual se realiza a través de mensajes subrepticios, combinados con alabanzas a la “autoridad”. El mismo fue creado en plena dictadura de Trujillo, por lo que sirvió de amplificación a las posiciones contrarias al régimen que circulaban en Cotuí. La presencia de la crítica social y política se ha traducido en diferentes personajes y comparsas de existencia muy efímera, pero que en cierta medida son una continuidad de los planteamientos del General Cocotico, donde lo protestatario se envuelve en lo satírico.
Imaginación y creatividad. En la actualidad el papelús en sus múltiples denominaciones y representaciones constituye la síntesis del carnaval cotuisano. Sin lugar a dudas, es el personaje que ha logrado mayores niveles de socialización en los diferentes estratos sociales de la comunidad. Sus disfraces rebasan las desigualdades económicas y sociales, pues resulta el más económico y de fácil elaboración. Ha pasado de una experiencia aislada, donde se utilizaban los remanentes de los útiles escolares ha toda una masificación de su uso en términos formales e informales. El papelús es un motorizador del aprendizaje espontáneo y del autodidactismo. Es el personaje que en su devenir ha integrado nuevos componentes tecnológicos, conservando la esencia. Sobre la matriz del papelús se han elaborado personajes de plumas de pollo, diferentes tipos de hojas, fundas plásticas, tela, flecos de sacos, etc. En cambio, los plantanuses no han logrado calar en el imaginario de los cotuisanos, pues todavía en la actualidad aparecen de manera marginal en los desfiles. La espontaneidad que caracteriza al carnaval cotuisano no se expresa con la debida fortaleza en el caso de los platanuses. El personaje que sintetiza el carácter de carnaval democrático y participativo, es el papelús. De la nada se puede elaborar un disfraz de papel, funda, etc. Sin embargo, papelús y plantanús constituyen ejes fundamentales de este carnaval, son los puntales de la singularidad del mismo.
Un carnaval aceptado. En décadas pasadas los mascaraos se movilizaban distanciados de los civiles (personas no disfrazadas). Estaban considerados como puras manifestaciones diabólicas, por lo que muchas personas se escondían, lo utilizaban como especie de cuco para los niños/as. Esa frontera entre mascaraos y civiles se fue reduciendo producto de la aceptación plena entre los habitantes de la localidad de la fiesta de la carne. Lo que significa un salto importante, pues los cotuisanos reconocen su carnaval, dejando atrás las concepciones autarquicas que distanciaban la fiesta de la población y la valoraban como un pecado. A tal punto que el macarao se consideraba veinticuatro horas fuera de la gracia de Dios. El nivel de aceptación es tan elevado que una institución cargada de rigidez como lo es la escuela, en el caso de Cotuí se encuentra asimilando el carnaval. Todos los años son más los centros educativos que se integran al desfile.
Institucionalidad
La organización del carnaval cotuisano ha descansado en la espontaneidad, históricamente en las diferentes demarcaciones barriales, jóvenes, niños/as, y adultos en la medida que se acerca febrero se inventan personajes, comparsas, disfraces y caretas. Sobre la base de esa práctica se ha mantenido este carnaval, la cual en los períodos de fuerte represión política fue muy efectiva, pues permitía a los macaraos en su proceso de preparación pasar desapercibido en la comunidad. De esta forma se ha sedimentado el carnaval en Cotuí. En algún momento trató de propiciarse cierto nivel de organización con la formación de la Unión Carnavalesca, pero esa entidad en poco tiempo dejó de funcionar como tal, pues su base social deberían ser los grupos de carnaval y éstos tienen una existencia muy efímera. En cambio, lo que se mantienen funcionando no necesariamente se han integrado a la Unión.
Por otra parte, el gobierno de la ciudad, el ayuntamiento se ha mantenido al margen de la realización de esta fiesta no existe una integración formal-institucional y sistemática a la organización y promoción de la misma. De manera aislada, se le ofrecen algunos aportes a determinados grupos, producto de las conexiones partidarias o personales que existan con las autoridades de turno. Las inversiones del ayuntamiento en el carnaval no son el resultado de una línea gerencial estratégica. La ausencia institucional del ayuntamiento ha llegado a tal grado que desde hace varios años no funciona un Departamento de Cultura en el mismo. ¿Cómo se explica, el poco apoyo que se le ofrece desde el gobierno local a una de las principales fiesta que tiene este municipio? ¿Dónde esta el trabajo que se esta realizando para fortalecer la identidad comunitaria? Desde el gobierno central, a través de la Secretaria de Estado de Cultura, los aportes son ínfimos, coyunturales y de difícil identificación.
En el marco de una coyuntura mundial donde las ciudades compiten entre sí, necesariamente se tienen que generar niveles de organización, los cuales no pueden convertirse en cinturones de restricción a la creatividad. En otras palabras no se puede malversar la autonomía de los grupos y las personas que participan en el carnaval.
Se tiene que crear un espacio institucional donde converjan todos los grupos y personas interesadas en el carnaval, con el propósito de propiciar más organización de esta fiesta. Lo que implica iniciar con suficiente tiempo la preparación de la misma, promover la formación de comparsas en los diferentes barrios e instituciones públicas y privadas, gestionar el apoyo de los comerciantes locales y nacionales en la dimensión que demanda la presente coyuntura. Dialogar y consensuar con las autoridades municipales una partida significativa dentro del presupuesto del ayuntamiento para apoyar actividades de capacitación (cursos, talleres, etc.) sobre carnaval y complementar el presupuesto de los diferentes grupos.
El fortalecimiento del componente institucional debe acompañarse de una estrategia mercadológica que nos coloque en una línea de competencia frente a otras ciudades cercanas y lejanas que celebran fiesta de carnaval. Conviene establecer redes de promoción con los cotuisanos que residen en otros lugares del país y el mundo, comerciantes y agentes turísticos, a través de plataformas digitales, visuales, etc. Necesitamos conectar esta celebración con las ofertas mundiales de turismo cultural y ecológico. De lo contrario, podríamos caer nuevamente en un carnaval para los cotuisanos. El diseño y ejecución de todo ese proceso debe involucrar a los diferentes actores del carnaval para que tenga sentido y sustentabilidad.
Pedagogía del papelús
Los diferentes centros educativos del municipio de Cotuí pueden convertirse en fuentes de conexión entre el carnaval y los niños/as y jóvenes de esta localidad. ¿De qué manera puede convertirse el carnaval en uno de los contenidos del currículum en el municipio de Cotuí? El carnaval dominicano aparece en algunos libros de texto y es posible que se trabaje en las aulas de los centros educativos dominicanos, pero se amerita de una pedagogía que apunte hacia la vinculación de lo local con lo nacional y lo mundial, ninguno de los tres niveles se puede descuidar. Todo lo anterior tiene que dejarse permear por una visión que asuma la cultura como un punto estratégico en el desarrollo de los pueblos. No conviene una pedagogía fundamentada en definiciones, repeticiones mecánicas, conceptos estáticos y estilos permanentes que pretenden enjaular la realidad e impedir que cambie, aunque cambia. Desde el carnaval podemos trabajar y cultivar los valores, concebidos en términos dialécticos.
El currículum tiene varios ejes transversales (cultura dominicana, identidad y diversidad, contexto social y natural, democracia y participación y creatividad y desarrollo de talentos). Precisamente el carnaval debe aparecer como un eje de trabajo, no de un/a maestro/a en particular, sino del centro educativo en sentido general. Es más en todos los niveles y grados del sistema educativo local debe introducirse de manera consensuada el tema del carnaval.
No estamos requiriendo la creación de una nueva asignatura, simplemente que apliquemos el principio de la transversalidad e integralidad y asumamos la vinculación de todos los contenidos relacionados al carnaval con las peculiaridades de esta fiesta en el contexto del municipio de Cotuí. Este trabajo no puede ser un ejercicio de aula, tiene que servir además para acercar la comunidad y la escuela. Entra por procesos de capacitación de los docentes en términos de las herramientas básicas del carnaval dominicano y cotuisano, diseño de disfraces, caretas y talleres para desarrollar la creatividad que tanta falta le hace al sistema educativo dominicano.
Implica además una jerarquización de los contenidos en función de los grados, de forma tal que desde el nivel de pre-escolar se trabajen los contenidos y de esta forma la niñez cotuisana integre el carnaval dentro de su comunidad de valores. Conviene aprovechar los jóvenes y niños/as que de manera silenciosa manejan las técnicas básicas para la elaboración de un disfraz y estimularlos para que transfieran sus aprendizajes en los centros educativos y sus respectivas comunidades. Desde luego, siempre creando, inventando a partir de la matriz fundamental: el papelús y sin descuidar la gama de personajes que en términos históricos alimentan el carnaval cotuisano.
Las acciones carnavalescas en los centros educativos deben complementarse con actividades colaterales similares a través de las juntas de vecinos, clubes, empresas, instituciones, todo en el ánimo de universalizar en el contexto cotuisano la práctica del carnaval, lo que tendrá su repercusión fuera de esta localidad.
Resulta favorable también, fortalecer la formación de los artesanos que existen y estimular el surgimiento de otros, de forma tal que afinen sus técnicas, intercambien experiencia con otros artesanos carnavalescos, sin descuidar la matriz de las caretas y los disfraces cotuisanos: los animales, los papeles, las hojas, fundas, etc.
La Pedagogía del papelús, no puede ser una consigna, o un enunciado sociológico, ésta tendrá sentido en la medida que sea asumida por los diferentes sectores sociales de esta localidad y principalmente los docentes, pues más allá de las adversidades propias del sistema educativo dominicano, todos tenemos el compromiso de impulsar esta propuesta. El fundamento pedagógico de esta propuesta debe descansar en la Exploración, Conceptualizción y Aplicación (ECA) procedimiento que permite recuperar los saberes previos asociarlos con los conceptos, sacar conclusiones y finalmente aplicarlos en el aula, en la comunidad y en la vida en sentido general, permite construir aprendizajes para la vida.
Bibliografía
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Matías, Domingo. Planificación estratégica para la gestión local, Santo Domingo, Participación Ciudadana, 2001.
Rodríguez Demorizi, Emilio. Lengua y folklore en Santo Domingo, Santo Domingo, UCMM, 1975.
Entrevistas
Francisco Rincón
Marién Emilio Acosta
Antonio de Js. Cassó
Kennedy Rafael Vicente (Bobote)
Alfredo de León Acosta (Yeyeco)
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